De los creadores del ambiguo término «técnico competente» llega el borrador del Anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales (LSP), hecho público el pasado 28 de diciembre (Día de los Santos Inocentes) y, aunque se lleva hablando de la liberalización de las profesiones técnicas desde hace tiempo, a todos nos ha pillado con el pie cambiado.
Cuando digo «todos», en realidad me refiero a Arquitectos y Arquitectos Técnicos, que somos los que poseíamos reservas exclusivas en la edificación. Resumiendo, se suprimen estas reservas en favor de Ingenieros e Ingenieros Técnicos, pero no al revés. En el caso de los Arquitectos Técnicos el borrador de la LSP no puede ser más claro:
Así pues, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, el cese drástico de actividad, la subida del IVA e IRPF, la subida de precios en las cuotas de PREMAAT y otras tantas vicisitudes, por fin el destino nos había dado un respiro (gracias a la sesgada interpretación Hoolywoodense del calendario maya) y brindamos con sidra achampanada (ya que el cava catalán hacía tiempo que no nos lo podíamos permitir) cuando vimos que el 22 de diciembre el mundo seguía girando. Pero el mundo giraba tan rápido que la alegría nos duró bien poco y se la llevo de un plumazo esta nueva LSP, convirtiéndose en un nuevo obstáculo a superar por nuestra agonizante profesión y demostrando que quizá los mayas no estaban tan equivocados, y donde nosotros interpretamos fin del mundo, ellos querían decir simplemente fin de ciclo.
Aunque la LSP está sólo en fase de borrador y ya se alzan numerosas voces en contra de dicha Ley, incluso dentro del propio Gobierno, no podemos confiar en que éste recapacite y todo vuelva a la normalidad. En primer lugar, la dirección apuntada hacia la liberalización es clara y, me atrevería decir necesaria, pero bajo otras formas que las que plantea el Ministerio de Economía y Competitividad. En segundo lugar, la normalidad a la que todos aspiramos regresar fue todo menos normal. El milagro económico español fue la cortina tras la que se escondía, conscientemente, la burbuja inmobiliaria y quienes pretendan resucitar dicha burbuja o exportarla y perpetuarla fuera de nuestras fronteras cometerán los mismos errores mientras se llenan los bolsillos con la deuda de los demás.
Este cambio de ciclo no sólo debe aprovecharse para repensar el modelo económico español. Si, en primer lugar, no somos capaces de repensarnos a nosotros mismos, crearemos, tarde o temprano, las mismas circunstancias que desemboquen en el siguiente cambio de ciclo, sólo que con menos recursos naturales, energéticos, y sociales. No podemos consumir indefinidamente un planeta con recursos finitos, y este es el asunto crítico que ha salido del debate público por culpa de la crisis.
Repensarse a uno mismo… Estupendo, pero… ¿eso cómo se hace? Tan fácil (o difícil) como ser consciente. Nada más que eso.
Conocer a los demás es inteligencia;
Conocerse a sí mismo es sabiduría.
Ser maestro de otros es fuerza;
ser maestro de uno mismo es verdadero poder.
Si comprendes que tienes suficiente,
eres auténticamente rico.
Lo sé. Empiezo hablando de la Ley de Servicios Profesionales para después mezclarla con el Fin del Mundo Maya y al final acabo citando el Tao Te King… ¡Mil perdones!