Estos días estoy releyendo Walden de Henry David Thoreau, cuya filosofía trascendentalista conecta tan bien con el taoísmo filosófico y el estoicismo, compartiendo conceptos como la sencillez, la espontaneidad y el contacto íntimo con la naturaleza, cada escuela con sus respectivas singularidades.
Comenzando el segundo capítulo «Dónde vivía y para qué», encontramos una frase que viene a resumir el espíritu del libro:
Fui a los bosques porque deseaba vivir deliberadamente.
Vivir deliberadamente, es decir, eliminar lo superfluo para quedarse con lo esencial.
Al llegar a este punto y a partir de entonces, no pude quitarme de la cabeza a M. y su hermoso chozo perdido en la espesura de la comarca de la Vera.
Un chozo viene a ser una construcción, generalmente efímera, levantada con los materiales del entorno inmediato.
En Asturias se distingue entre chozo y corro según los materiales y la técnica constructiva empleada. El chozo tiene pared y cubierta diferenciadas mediante el empleo de materiales que pueden ser escoba (Cytisus Scoparius) o tapinos (tepes) mientras que el corro es aquel que tanto la pared como la cubierta son indiferenciables al emplearse para ambas grandes losas de piedra formando la cubierta por aproximación de hiladas o falsa cúpula.
Los materiales con los que está construido el chozo de M. son tan evidentes como unas cuantas ramas convenientemente elegidas por su forma para crear la estructura en la que se ensarta la escoba recogida en su propia finca utilizando cuerda fabricada con la fina corteza verde de la misma escoba.
El resultado es una forma de cobijo elemental que lleva acompañando al ser humano desde el más profundo origen, cuando éste dejó de ser una especie adaptada al medio en el que vivía y tuvo que transformarlo para poder satisfacer las cuatro necesidades esenciales para su supervivencia. Alimento, vestido, combustible y cobijo.
El chozo de M. se encuentra en una de las terrazas, o gavias, utilizadas para el cultivo del cerezo en las laderas del Valle del Jerte donde, debido al abandono, la naturaleza salvaje se ha apropiado de nuevo del terreno convirtiendo en bosque lo que antes sólo era aprovechamiento agrícola.
Y es allí, en el bosque, donde dice Thoreau que vivimos deliberadamente. También Ralph Waldo Emerson, en su ensayo Naturaleza, describió otra de las sensaciones que nos produce el bosque:
In the woods is perpetual youth.
Dejo sin traducir la cita porque el concepto de perpetua juventud o vida eterna, se encuentra tan adulterado por la visión que Hollywood ha logrado imponer, que se aproxima más a la idea de invulnerabilidad alejándose de uno de los matices de la juventud perpetua, la eterna inocencia.
En el bosque el tiempo permanece en frágil suspenso, de la misma manera en la que esta pausa se produce en los lugares abandonados. Y es en este tiempo que ya no fluye, donde la curiosidad del niño florece y podemos regresar a esa infancia en la que somos eternamente jóvenes, eternamente inocentes.
FOTOGRAFÍAS: M.
Qué maravilla de post, Miguel.
Sigue escribiendo, porque quiero leerte deliberadamente.
Por otro lado, ¿conoces de quién es la música del video? No me puedo parar de escucharla. Tiene unas transiciones que me atrapan.
Abrazo!
PD: ¡cuánto daño ha hecho jolibud en nuestra lista de supuestos!
Jaja! Gracias, Emilio!
El video lo encontré buscando traducciones alternativas de Emerson, pero no aparece nada en los créditos ni en la página web de la autora, así que habrá que suponer que, al menos la edición, es suya. A mi también me ha hipnotizado la música :)
Curiosamente el video refleja mejor lo que para mi encierra la cita de Emerson que cualquier traducción posible.
Abrazo!
Hola Miguel,
Que buen blog. Toy buscando una cabañina pa tirame al monte también, aunque fáltanme les tus habilidades pa arreglar lo que pueo pagar :), ya veremos como lo faigo. Disfruta con lo tuyo!
La canción ye esta, topelo con el móvil: https://www.youtube.com/watch?v=FaIx2kBC8_A
Un abrazu.
Que inspirador! ! Que de-liberado! -cada vez más cerca… Gracias Miguel.
[…] a un proporcionar un abellugu (cobijo) que permita esa vida deliberada de la que hablábamos en otra ocasión. Una vida austera en la que quepan hasta los más grandes […]
Milenta gracies, Hugo.
Si alcuentres la to cabaña nun duldes en dicímelo pa echate una mano remocicándola.
Abrazu.
gracias por este texto tan hermoso,
lo releo y sigo sorprendiéndome de lo mucho que me ayuda a encontrar mi caminico, en esta tierra jongosa y generosa, que dice el cantar.
M.