Los días 8 y 9 de marzo tuve la oportunidad de asistir al V Workshop de Técnicas de Construção em Pedra, impartido por la asociación Palombar en la aldea de Atenor, Miranda do Douro.
Así que, rumbo al sur y haciendo uso de carreteras nacionales, empecé a contar las innumerables construcciones en tierra que forman parte del patrimonio de la Península y que se pueden encontrar en todos los pueblos y aldeas al sur de la Cordillera Cantábrica. Avanzada la tarde, atravesé la frontera por Miranda do Douro y finalmente llegué a mi destino, la aldea de Teixeira, ya bien entrada la noche.
No fue hasta la mañana siguiente, con las primeras horas del amanecer, que pude dar el primer paseo por los caminos de Teixeira bajo una calma absoluta y la incipiente primavera. Había llegado a la tierra del xisto.
Teixeira, y las otras tres aldeas que pude explorar (Atenor, Mora y Uva) son pequeñas freguesias que pertenecen a diferentes ciudades y villas del distrito de Bragança, región de amplia influencia mirandesa situada en el noreste de Portugal. Su arquitectura, que he denominado como arquitectura vernácula del Vale de Algoso, presenta como característica fundamental la omnipresencia del xisto, roca cuyos minerales se disponen de forma laminar y que cuya colocación habitual en dinteles de puertas y ventanas a veces hace que se confunda con materiales leñosos.
Además del xisto, encontramos granito en gran cantidad, extraído principalmente en grandes bloques y labrados en formato sillar, que se utilizan y para realizar los marcos de los huecos en fachada en los que se aprovecha para datar las edificaciones o reforzar puntos débiles de la estructura del muro como el aparejo en esquinas.
La ejecución de los muros de xisto contempla algunos puntos de interés compartidos por otros sistemas de muros de carga de piedra, como una sabiduría popular transmitida entre generaciones, en los que la utilización de perpiaños, o piezas que atraviesan todo el espesor del muro, es clave para mantener la solidaridad entre las hojas que los forman. Igualmente importante es el uso de piezas de mayor longitud, en las sucesivas hiladas de mampostería, que rompan las posibles coincidencias entre llagas, juntas de dirección vertical. Esta superposición de juntas verticales debilitan el muro y son el origen de futuras fisuras al no poder absorber éste las tensiones producidas por pequeños asentamientos.
Las piezas de mampostería ordinaria están asentadas con ayuda de ripios, pequeños fragmentos de la misma piedra que sirven para acuñar y rellenar pequeños huecos, y recibidas con mortero de tierra, aunque en algunas construcciones en las que el aislamiento tenga menor importancia como cuadras, pajares y paredes para la demarcación de terrenos, se utilizan técnicas de piedra seca, es decir, apilando los mampuestos uno sobre otro, sin mortero alguno, pero con la gran maestría que sólo se da en las buenas artes y oficios tradicionales.
También es importante destacar que las viviendas estaban siempre revocadas con mortero de tierra o cal, dependiendo del poder adquisitivo de cada familia. Las edificaciones auxiliares para resguardar a los animales, almacenar la paja o los aperos de labranza, no era necesario revocarlas ya que interesaba economizar los escasos recursos de una población dedicada exclusivamente a la ganadería y agricultura. El paso de los años y el deterioro de estos revocos han ido creando un falso paisaje cultural que ha ido permeando e imponiéndose en la imaginería estética y romántica de lo rural. Para desmitificar esta postal donde la piedra vista es sinónimo de rústico, basta con preguntar qué piensan de sus casas velhas a cualquiera de las hermosas ancianas que aún pasean por los caminos adoquinados de sus aldeas. SIEMPRE te responderán que prefieren una casa convencional. Porque, queridos amantes de lo decadente, entre los que me incluyo, una vivienda tradicional sin revoco es una vivienda en ruina, y las humildes gentes que habitan estos lugares y aún conservan sus modos de vida tradicionales lo saben mejor que nosotros.
Siguiendo el análisis constructivo de esta arquitectura popular del norte de Portugal y, echando un vistazo a su entorno inmediato, vemos afloraciones de roca madre casi por doquier, por lo que no es de extrañar que la utilización de la piedra haya sido tan evidente y constante. Al mismo tiempo entendemos que estas edificaciones estén sustentadas por la propia roca, actuando esta como perfecta cimentación de toda la estructura. A la hora de reparar y realizar nuevos caminos que den acceso y conecten las poblaciones, las excavaciones revelan muchas veces esta circunstancia. Además, sobre la propia roca madre se coloca una primera hilada de losas más anchas que el grueso del resto del muro de carga de mampostería.
Una última característica singular de la arquitectura del Vale de Algoso es el ámplio uso de muros curvos para formar las esquinas, tanto en viviendas como en la construcción popular que encontramos en el horizonte allá donde se pierda la mirada: los palombares.
Estos palombares están tan presentes en el paisaje mirandés como lo están los hórreos en Asturias y ejemplifican de la misma manera cómo la arquitectura, con la misma intensidad que las costumbres, tradiciones y lenguas, es capaz de identificar los rasgos culturales diferenciales de una región.
Así pues, el errante deambular por estas bucólicas aldeas portuguesas me mostró una arquitecturar familiar a la que estoy acostumbrado en los valles asturianos, cuyas influencias culturales, climáticas y la semejanza de materiales que se pueden encontrar en el entorno inmediato, han dado origen a formas equivalentes, cada una con sus diferentes y hermosos matices.
La próxima semana realizaremos un estudio patológico de las lesiones más habituales que podemos encontrar en este tipo de construcciones tradicionales de muros de carga de mampostería ordinaria y también aprovecharemos para analizar algunas reparaciones que he encontrado para atajar, con mayor o menor acierto, los procesos degenerativos que el tiempo, la falta de mantenimiento y el abandono último, generan en toda arquitectura de tradición rural.
Gracias por la paciente lectura y por acompañarme en esta excitante inmersión en el patrimonio arquitectónico del Vale de Algoso.
Gracias, Miguel, has conseguido resolverme un par de dudas: Por qué esa tendencia al muro sin revoco y por qué nuestros ancianos prefieren casas convencionales (o sea: con revoco).
Veo similitudes, sin ser un entendido, entre el Vale de Algoso y la arquitectura tradicional de muchos lugares de Extremadura.
Gracias a ti por el aporte, Carlos.
La técnica de construcción con piedra la trajo consigo el lento proceso de romanización de la península ibérica, por lo que es normal encontrar sistemas semejantes en puntos donde la materia prima era equivalente. Cada cultura ha hecho propia y desarrollado esa herencia con diferentes intensidades, de la misma forma que del Latín han ido evolucionando las diferentes lenguas romances que actualmente se hablan en España y Portugal.
Algunas técnicas constructivas provienen de una herencia anterior, de la misma forma que existen lenguas cuyas raíces se encuentran en épocas anteriores a la influencia romana. Éste es uno de los motivos por los que encontramos las mayores divergencias, en cuanto a técnicas de construcción, en regiones cuya identidad se ha mantenido al margen de la cultura del Imperio Romano, como en la Europa de los países nórdicos.
Así pues, aunque los materiales, el sentido común, la experiencia empírica y la optimización de los recursos, dan lugar a sistemas estructurales similares en esencia, para entender y comprender los matices hay que acudir a los libros de historia.
Abrazo!
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