Ahora que puedo dar por finalizada la primera fase de limpieza y desescombro en la cabaña, creo que es un buen momento para compartir tanto los avances de este proyecto tan personal, como las reflexiones y emociones que este blog me ayuda a traducir en palabras.
En primer lugar , quería hablar de nuestra permeabilidad al entorno natural (y cultural) que nos rodea. Un entorno que nos atraviesa constantemente, aunque no nos demos cuenta, forjando una identidad natural (y cultural) que poco o nada tiene que ver con esas identidades nacionalistas circunscritas a líneas imaginarias en un mapa.
Normalmente, esa permeabilidad se hace evidente durante la infancia, donde la hoja en blanco de nuestra experiencia se llena de colores, sabores y sonidos. Por desgracia, a medida que crecemos, esa curiosidad innata empieza a ser sustituida por todo tipo de convenciones y normas que no sólo sirven para encajar en un sistema social, también para sustentarlo.
Esta divagación previa me lleva hasta el tesu la espinera, nombre, según la toponimia oral, con el que se conoce al lugar donde está ubicada la cabaña. Y es en este paraje donde vuelvo a sentir, por fin, como el entorno me atraviesa de nuevo e inflama esos colores, sabores y sonidos de infancia y, junto a una llingua y una lírica sepultada por años de convencionalismos e imposiciones, expreso esa identidad natural (y cultural).
Por ello, me envalentono y escribo.
Nel tesu la espinera.
Esbanda les esmoliciones,
l’aire.[En la cumbre del majuelo.
Espanta las preocupaciones,
el viento.]
Me envalentono y veo.
Me envalentono y siento.
Mientres el sapu gueta
nueves piedres onde xugar
al esconderite,
y compiten les vaques
n’indiferencia.
…
Mientres la fonte xuxuria
la so llamada paciente,
y cada árbol canta
añáu pol aliendu cervunu
nesta cume los vientos.
…
Mientres el xabaz escayu,
arraigonáu nel requexu,
reclama tar ellí primero.
Pero,
¿enantes que los mios suaños?
…
Entós,
namái me siento y caltengo
hasta’l llatíu.
Y nesi momentu pienso:
¿Qué tarás faciendo?[Mientras el sapo busca
nuevas piedras donde jugar
al escondite,
y compiten las vacas
en indiferencia.
…
Mientras la fuente susurra
su llamada paciente,
y cada árbol canta
mecido por el aliento indómito
en esta cima de los vientos.
…
Mientras la tenaz zarza,
enraizada en el rincón,
reclama estar allí primero.
Pero,
¿antes que mis sueños?
…
Entonces,
sólo me siento y pospongo
hasta el latido.
Y en ese momento pienso:
¿Qué estarás haciendo?]
Me envalentono y comparto.
Y ahora, terminado este desahogo tan necesario, pasemos a hablar de la cabaña.
Como comentaba en el anterior post, la edificación está formada por dos espacios independientes, cuadra y cabaña, comunicados por el exterior por un portalón. Tanto la cabaña, como el portalón, son de construcción posterior a la cuadra y se encuentran en mejor estado de conservación.
La cabaña, de tan sólo 5 m2, era el espacio utilizado en caso de necesidad por el pastor cuando acompañaba al ganado en la época estival de uso de la braña. Sus muros de mampostería están prácticamente intactos, exceptuando el que forma parte de la cuadra, y en ellos se incluyen un pequeño ventanu y una hornacina.
Este espacio, por su tamaño más asequible, fue el primero que decidí limpiar, desbrozar y desescombrar, proceso durante el cual importuné a varias llargatesas (lagartijas), sapos, sacaveras (salamandras), merucos (lombrices), escalagüertos (luciones) y, especialmente, a la jóven salguera (salix caprea) que crecía en el interior y cuyo tronco servirá para alimentar, en su honor, el primer fuego que se encienda en la cabaña.
Además de ver lo que escondía con recelo la marabunta de escayos (zarzas) y ortigues, el objetivo fundamental era encontrar la cimentación de la cabaña, descubriendo que está apoyada en la propia roca madre a escasos 10 cm de donde podría situarse originalmente el pavimento.
El proceso en la cuadra fue similar, exceptuando que en este espacio decidí conservar la salguera que también había crecido en el interior y sólo retiré una línea perimetral de tierra hasta alcanzar la profundidad en donde aparece la roca madre y revisar el estado de esta cimentación. Posteriormente rellené esta zanja con piedra y losas, quedando como resultado un hermoso espacio interior.
Por desgracia, los muros de mampostería de la cuadra se encuentran en peor estado de conservación, estando el oeste y el sur prácticamente derrumbados. Esta circunstancia, junto con la accesibilidad a la obra y el tamaño de la cuadra, son las que van a definir la planificación de la rehabilitación, siendo el motivo por el que la salguera seguirá ofreciendo su sombra al espacio durante algo más de tiempo.
Los próximos pasos en esta aventura van a estar enfocados en la cabaña. Siendo éste un espacio más manejable, voy a volcar mi energía en él para intentar dejarlo habitable antes de la llegada del otoño. Para mi, esta habitabilidad, se limita a proporcionar un abellugu (cobijo) que permita esa vida deliberada de la que hablábamos en otra ocasión. Una vida austera en la que quepan hasta los más grandes sueños.
Para ello, la cuadra servirá de campamento donde dormir resguardado del viento durante la rehabilitación. Además, este espacio servirá como taller donde almacenar algunos materiales y sanear el trabe (viga) de castaño recuperado que servirá de cumbrera en la cabaña.
Y, una vez rehabilitada la cabaña, veremos qué pasa. A veces es más interesante dejar que la incertidumbre nos seduzca. Aún así, no he podido evitar mover algunas piedras y reparar parte del muro del portalón. ¿Cómo resistirse?
¡Gracias por acompañarme en esta aventura!
Que envidia siento (envidia sana por supuesto)de los que sois capaces de construir con vuestras manos una cabaña de 5m en la que pueden caber los mayores sueños….ánimo y a seguir construyendo que el otoño está aun lejos :)
El truco está en soñar diminuto :P